martes

Una mona en la familia

La familia Pinchineta estaba formada por la madre, el padre y dos hijos mellizos llamados Flis y Flas.
Los mellizos eran bastante traviesos y muy desordenados. Su habitación parecía una leonera: la ropa por el suela, los lápices caídos, los juguetes revueltos...
Ni a Flis ni a Flas les molestaba el desorden, pero sus padres les obligan a recoger su habitación todas las noches.
El día de su cumpleaños, sus papás los llevaron al circo. Todas las actuaciones les gustaron mucho, pero cuando más disfrutaron fue cuando apareció una mona con cofia y delantal y se puso a cocinar.
Guisó macarrones con tomate y chuletas con patatas. Después, sirvió la comida a unos valientes espectadores que habían salido voluntarios. Cuando terminaron de comer, recogió los platos, los lavó, y dejó la cocina como los chorros del oro.
-¡Mamá, mamá, esto es lo que nosotros necesitamos: una mona ordenada! ¡Cómprala para que nos ayude! -dijeron a la vez los mellizos.
Los padres, riendo, les contestaron:
-¿Ayudaros la mona a ordenar la habitación? ¡Es lo que nos hacía falta!
Flis y Flas insistieron e insistieron, y como era su cumpleaños, los padres terminaron comprando la mona.
A la mañana siguiente, la familia Pinchineta se sentó a la mesa esperando el desayuno; y la mona cocinó para desayunar lo mismo que había cocinado en el circo: macarrones con tomate y chuletas con patatas.
Como ninguno de tomaba el desayuno, la mona se enfadó. Empezó a chillar y a saltar por encima de los muebles, del frigorífico e incluso por encima de los cuatro comensales, que la miraban con la boca abierta.
Flis y Flas intentaron sujetarla, pero la mona echó a correr y se metió en el dormitorio de los niños.
Cuando los mellizos entraron en su cuarto y vieron cómo lo había dejado, corrieron hacia sus padres, diciendo:
-¡Mamá, papá, la mona ha deshecho nuestras camas. ¡Con lo que no había costado hacerlas! ¡Y ha revuelto los armarios que habíamos ordenado!
-¡Ha tirado mis juguetes por la ventana! -añadió Flas.
-¡Y se está comiendo mis canicas! .insistió Flis.
Los padres de echaron a reír y dijeron:
-Hijos míos, esperábamos que os dieseis cuenta por vosotros mismos. Cada uno es lo que es. Un animal nunca puede hacer lo que debe hacer una persona.

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