lunes

Los nobles avariciosos

En un lejano país había una vez un rey que vivía alegre y confiado en su castillo, rodeado de toda su corte. Pero un buen día, el rey salió al campo a cazar y escuchó a dos campesinos que decían:
- ¡Todos los nobles llevándose el dinero y el pobre rey sin enterarse!
El rey se quedó muy sorprendido, así que trazó un plan para descubrir si realmente los cortesanos le robaban.

A la mañana siguiente, el rey mandó llamr a sus nobles al Salón del Trono y les dijo:
- He recibido un regalo de un lejano país; es un cofre lleno de piedras preciosas. Como sé que me sois fieles, quiero corresponder a vuestra amistad: regalaré el cofre a uno de vosotros. Pero primero quiero enseñároslo, así que bajaremos a la Cámara del Tesoro.
Los ojos de los nobles comenzaron a brillar de codicia. ¡Un cofre lleno de piedras preciosas! Seguramente tendría esmeraldas y turquesas y, tal vez, algún que otro diamante.
El rey se levantó del trono y mandó a sus nobles que le siguieran hasta la Cámara del Tesoro. Tras recorrer galerías y oscuros corredores llegaron al lugar. Cuando entraron, los nobles se quedaron con la boca abierta.
Ante ellos había sacos repletos de perlas, montañas de anillos, collares, coronas, monedas de oro...
El rey se dirigió al lugar en que estaba el cofre y dejó que los nobles anduvieran a su antojo por toda la Cámara del Tesoro. Los nobles, al ver que el rey no los miraba, aprovecharon la ocasión para coger algunas cosas.
Uno escondió un puñado de monedas en su bolsillo, otro metió un montón de perlas en una de sus botas...

Al cabo de un rato, todos salieron de la Cámara y se dirigieron al patio del castillo. Allí el rey había mandado colocar un gigantesco tonel que se encontraba tumbado en el suelo.
- Regalaré el cofre a aquel que sea capaz de pasar por encima del tonel.
Y no había terminado el rey de pronunciar sus palabras, cuando los nobles se abalanzaron sobre el tonel. Pero cuanto más intentaban subirse a él, más rodaban y caían al suelo, dejando escapar de sus botas y de sus bolsillos los tesoros que habían robado.
En unos segundos, el suelo se llenó de perlas, monedas, anillos y toda clase de tesoros.
- Vaya, vaya... - dijo el rey -, parece que los campesinos tenían razón.
Y mandó detener a todos sus nobles y encerrarlos en las oscuras y frías mazmorras del castillo hasta el fin de sus días.

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