martes

El perro de Javier quiere ser maquinista

Muchas tardes voy a casa de Javier a jugar con su tren eléctrico. En el suelo de su cuarto extendemos todas las vías y las vamos uniendo poco a poco. Luego, colocamos la estación, el cruce con la carretera, unos árboles y unas rocas de plástico que vienen en la caja. Entonces, enchufamos el tren para ver si funciona. Ahora, ya enganchamos todos los vagones y nos ponemos a jugar.
Ana, la hermana de Javier, que es un poco más pequeña que nosotros, nos mira sujetando el muñeco de trapo que siempre va con ella. Algunas veces, le dejamos que lo ponga en un vagón de mercancías que no tiene techo, y Ana mira el tren y se ríe.
En cuanto el tren empieza a moverse, viene Bepo, el perro de Javier. Bueno, no es solo suyo, es de toda la familia, lo que sucede es que mi amigo dice que es más suyo que de los demás.
Dice Luisa, la madre de Javier y Ana, que es un perro golfo, o sea, que no es de raza, pero es el perro más listo del mundo. Se pone a cuatro patas con la tripa pegada al suelo junto a la vía del tren y, cuando la máquina se acerca, hace un sonido por la nariz como si fuera un bufido y pone la pata sobre los raíles.
Consigue, claro, que el tren se pare o descarrile, y mi amigo, lógico, se enfada con él.
Entonces, Javier quiere cogerlo para sacarlo de la habitación, pero Bepo se esconde debajo de la cama y no hay manera de alcanzarlo. Se queda allí pegado, mirándonos fijamente.
Ana dice que quiere ver cómo se mueve el tren y, de nuevo, Javier lo pone en marcha.
El tren circula a toda velocidad por las vías, entonces, Bepo sale como un rayo de debajo de la cama y se pone al lado de los vagones, corriendo a la misma velocidad. A veces, incluso salta por encima y sigue corriendo pegado al tren, igual que en las películas de vaqueros cuando los asaltantes de un tren van con los caballos al galope.
Al final, lo que suele ocurrir es que Bepo se escurre en alguna curva y se lleva por delante al tren completo. Él continúa corriendo como si no hubiera pasado nada, sale por la puerta de la habitación y se pierde en el fondo del pasillo.
Al rato, aparece la madre de Javier y nos dice:
- Mirad, chicos, a Bepo lo que le ocurre es que quiere ser maquinista.

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