Hace mucho tiempo vivió un médico llamado Gulliver.
A Gulliver le gustaba mucho viajar y descubrir paÃses lejanos.
En uno de sus viajes llegó a una isla desconocida y bajó del barco para explorarla.
Estaba observando los árboles cuando vi venir rodando una enorme bola.
-¡Ay! -gritó la bola.
-¡Pero si es un hombre! -exclamó Gulliver.
El hombre-bola se habÃa hecho daño y Gulliver se acercó para curarlo.
Entonces vio que del cuerpo redondo sobresalÃan una cabeza pequeña y unas piernas muy cortas. Tan cortas que no podÃan sostener aquel enorme cuerpo.
Mientras Gulliver curaba al extraño personaje, fueron llegando los demás habitantes del lugar.
Por supuesto, todos venÃan rodando y frenaban de la misma manera que el primero. También estaban llenos de heridas y magulladuras.
Ninguno era capaz de ponerse en pie y caminar dos pasos sin caerse de nuevo.
Después de curar las heridas de todos, Gulliver quiso volver a su barco, pero el jefe de los hombres-bola le dijo:
-No puedes irte.
-¿Soy vuestro prisionero? -preguntó el médico.
-No -contestó el jefe-. Te estamos muy agradecidos, pero te necesitamos tanto que no podemos dejarte marchar.
Entonces Gulliver comprendió que tendrÃa que usar su sabidurÃa para ayudarles a caminar.
Primero, les enseño a hacer ejercicios de estiramiento de brazos y piernas. Después, hicieron carreras, saltos, lanzamientos de balón... y, además, les indicó la dieta que debÃan seguir para ser fuertes y ágiles.
Cuando Gulliver volvió a su barco, los habitantes de la isla se habÃan convertido en personas sanas y felices, y todos despidieron al gran médico con alegrÃa y agradecimiento.
Conté es cuento a mi hijo y le ha gustado. Estamos siguiendo el blog porque aún no leemos todos los cuentos. Enhorabuena
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