miércoles

Gulliver y los hombres-bola

Hace mucho tiempo vivió un médico llamado Gulliver.
A Gulliver le gustaba mucho viajar y descubrir países lejanos.
En uno de sus viajes llegó a una isla desconocida y bajó del barco para explorarla.
Estaba observando los árboles cuando vi venir rodando una enorme bola.
-¡Ay! -gritó la bola.
-¡Pero si es un hombre! -exclamó Gulliver.
El hombre-bola se había hecho daño y Gulliver se acercó para curarlo.
Entonces vio que del cuerpo redondo sobresalían una cabeza pequeña y unas piernas muy cortas. Tan cortas que no podían sostener aquel enorme cuerpo.
Mientras Gulliver curaba al extraño personaje, fueron llegando los demás habitantes del lugar.
Por supuesto, todos venían rodando y frenaban de la misma manera que el primero. También estaban llenos de heridas y magulladuras.
Ninguno era capaz de ponerse en pie y caminar dos pasos sin caerse de nuevo.
Después de curar las heridas de todos, Gulliver quiso volver a su barco, pero el jefe de los hombres-bola le dijo:
-No puedes irte.
-¿Soy vuestro prisionero? -preguntó el médico.
-No -contestó el jefe-. Te estamos muy agradecidos, pero te necesitamos tanto que no podemos dejarte marchar.
Entonces Gulliver comprendió que tendría que usar su sabiduría para ayudarles a caminar.
Primero, les enseño a hacer ejercicios de estiramiento de brazos y piernas. Después, hicieron carreras, saltos, lanzamientos de balón... y, además, les indicó la dieta que debían seguir para ser fuertes y ágiles.
Cuando Gulliver volvió a su barco, los habitantes de la isla se habían convertido en personas sanas y felices, y todos despidieron al gran médico con alegría y agradecimiento.

1 comentario:

  1. Conté es cuento a mi hijo y le ha gustado. Estamos siguiendo el blog porque aún no leemos todos los cuentos. Enhorabuena

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